Suelta.... deja ir
A veces, es mejor dejar que algo se vaya y comenzar de nuevo. Hay cosas que nos pasan en la vida que encontramos difíciles de aceptar. Los recuerdos regresan y nos perturban una y otra vez.
Cuando algo sucede en nuestras vidas que encontramos difícil de aceptar, tenemos que decidir si hay algo que podamos hacer para cambiar las cosas.
Si lo hay, debemos hacer los que podamos para que todo esté de nuevo bien. Pero si hemos hecho todo lo posible, y en nuestro corazón sabemos que ahora no hay nada más que hacer, entonces, dejemos que se vaya lo que nos quita la tranquilidad.
Después de haber repasado los “qué hubiera pasado si…”y los “¿por qué?”, quizás aprendamos una lección valiosa. Y descubramos que si bien fue doloroso, crecimos por la experiencia.
Aprender a dejar ir las cosas, en vez de preocuparnos por lo que pudo haber sido, con el tiempo podría ser más valioso que aquello … que hemos dejado ir.
Si queremos ser libres, si queremos dejar de sufrir por lo que tenemos o por lo que no tenemos, debemos abrigar un único deseo: Transformarnos.
El ejercicio consiste en tener siempre presente que nada ni nadie nos pertenece, que no vinimos al mundo para poseer cosas o personas, y que debemos soltarlas.
De modo que, cuando algo o alguien tiene que irse de nuestra vida, no alimentemos la ilusión de pérdida. Adquirimos una visión más amplia.
El sufrimiento llega cuando nos aferramos a algo o a alguien.
El apego empaña lo que debería estar claro: por detrás de una supuesta pérdida se esconde la enseñanza de que está por llegar algo nuevo y mejor para nuestro crecimiento. Y si no renunciamos a lo viejo ¿Cómo puede haber espacio para lo nuevo?… (Nice Rivero) .
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