Pensamiento del Dia: 9 de Septiembre
Una noche sonó mi teléfono cerca de la medianoche. Yo estaba en cama y pensé, mientras descolgaba, quién estaría llamando a esas horas. Creí que se trataba de una emergencia.
En cierto modo era una emergencia. Era una extraña. Ella había llamado a varias personas esa noche, tratando de hallar algún tipo de consuelo. Aparentemente, no lo había encontrado. Alguien le había dado el teléfono de otra persona, y la última persona a quien llamó le sugirió que me hablara a mí.
Inmediatamente después de presentarse, la mujer explotó y se lanzó en su narración: su esposo solía acudir a Alcohólicos Anónimos. Se había separado de ella y ahora frecuentaba a otra mujer porque quería “encontrarse a sí mismo”. Y lo que es más, antes de dejarla, él había actuado en forma realmente sorprendente y había dejado de asistir a las reuniones. Ella pensaba, ¿no estará actuando en forma alocada ahora al frecuentar la compañía de una mujer que es mucho más joven que él?
Al principio me quedé sin habla, luego me fue difícil encontrar una oportunidad para hablar. Ella seguía y seguía. Finalmente me pregunto: “¿No crees que está enfermo? ¿No crees que está actuando como un loco? ¿No crees que se debería de hacer algo con él?”
“Podría ser”, le respondí. “Pero obviamente, yo no puedo hacerlo y tú tampoco. Me preocupas más tú. ¿Qué estás sintiendo tú? ¿Qué piensas tú? ¿Qué necesitas tú para ocuparte de ti misma?”
Entiendo que muchos de ustedes están profundamente apenados y preocupados por ciertas personas en sus vidas. Muchas de ellas pueden estarse destruyendo a sí mismas, a ustedes, a sus familias, frente a sus propios ojos. Pero yo no puedo hacer nada para controlar a esas personas; y quizá ustedes tampoco pueden hacer nada. Si pudieran, probablemente a estas alturas ya lo hubieran hecho.
Desapéguense. Desapéguense con amor o desapéguense con enojo, pero luchen por desapegarse. Sé que es difícil, pero se vuelve más fácil con la práctica. Si no pueden hacerlo completamente, traten de "llevarla con calma". Relájense. Siéntense. Ahora, respiren hondo. ¡Concéntrense en ustedes!
(Melody Beattie de su Libro Ya no seas Codependiente).
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